El morbo como seña de identidad
Por Alberto Encinar
El jueves pasado en Mi extraña adicción, se contó la
historia de Haley una chica de 21 años que sufre un trastorno conocido como
tricotilomanía, que consiste en arrancarse el pelo del cuero cabelludo de forma
sistemática y enfermiza.

En la web de Xplora enmarcan el programa dentro del
género divulgativo, sin embargo, lo cierto es que en un programa documental como
Mi extraña adicción no se trata de indagar en el problema, las soluciones, el
origen de la adicción, desde el lado riguroso de la psicología. El programa
consta de una serie de episodios documentales que se centran en las
consecuencias que esa enfermedad tiene para la familia, para la pareja… el lado
más sensacionalista, en ello consiste el desarrollo de los programas.
Mi extraña adicción, junto con Cuerpos embarazosos y 1000 Maneras
de morir, es un programa de Xplora destinado a satisfacer una especie de
curiosidad ajena, el morbo, más que a satisfacer el interés antropológico o
psicológico que pudieran suscitar los temas abordados. Como muestra de ello,
tenemos el programa de Haley, en el que los realizadores esperan a la mitad del
programa para revelarnos que, además de arrancarse el pelo del cuero cabelludo,
Haley se lo come. Es decir, usan el efecto sorpresa, ficcionan una realidad,
cuando un programa de género documental encuadrado como divulgativo, lo que debería
hacer es mostrar la realidad en lugar de transmutarla con fines dramáticos. Eso por no hablar de la música de piano que suena en varios momentos del programa para emocionar de forma sibilina a la audiencia.
Mi extraña adicción, se aleja en este último aspecto de
Cuerpos embarazosos, en donde el efecto sorpresa es el motivo para el visionado
del programa, puesto que es lo que da título a los programas: pecho excesivo,
obesidad mórbida…, y se acerca más a 1000 Maneras de morir, la máxima expresión
en el uso de herramientas narrativas para ficcionar la realidad.
Por otra parte, aunque 1000 Maneras de morir es el más
agresivo de los tres, resulta, bajo mi punto de vista, más legítimo que los
otros dos programas, ya que a diferencia de los dos anteriores, se jacta de su
naturaleza y no la oculta, la subraya. La estructura misma del programa enumerando
las muertes y narrándolas en forma de relatos así lo indican. La ausencia de
ética es la tónica habitual pero no engañan a nadie fingiendo la existencia de un
interés antropológico ni cosas por el estilo.
No solo en las herramientas, Mi extraña adicción, guarda
semejanzas con 1000 Maneras de morir sino también en la estructura del programa
en forma de episodios de corta duración (en torno a los 20 minutos en Mi
extraña adicción), más breves dicho sea de paso, en el caso de 1000 Maneras de
morir (entre 5 y 8 minutos).
La duración de Mi extraña adicción, es lógicamente mayor dado que se busca emocionar al público con las historias (lo que requiere más
desarrollo, mostrar más puntos de vista…), mientras que en 1000 Maneras de
morir se busca conmocionar al público, por encima de cualquier otra cosa. Por
ello, en 1000 Maneras de morir recurren a un solo narrador en tercera persona
para contar las historias, un solo punto de vista que permite una simplificación
de la realidad narrada, para que el efecto sea rápido y el público no se
encariñe con los personajes (inspirados en casos reales de personas).
Para concluir, señalar que de los tres programas que hemos citado, Mi extraña adicción es el menos degradante para
las personas, el que menos atenta contra la dignidad humana. Aunque decir esto
no sea decir gran cosa, dado que Cuerpos embarazosos y, sobretodo, 1000 Maneras
de morir basan su premisa, en hacer mofa de temas que en la mayoría de los
casos merecerían un trato más serio: como son las enfermedades, trastornos, problemas
físicos…
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